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Marta Higueras, quien soy

QUIÉN SOY

El ejercicio de la psicoterapia siempre ha sido para mi una actividad privilegiada donde toda una biodiversidad se abre para explorarse a sí misma, a su entorno y a la interacción cocreada. Es una gran responsabilidad y a la vez un gran disfrute,  con sus sombras y sus luminosidades, ambas básicas y necesarias en una terapia psicológica.

Considero que cada proceso de cambio es único, no solo por el mapa mental complejo que lleva consigo cada ser humano cuando acude a una consulta, sino por el camino personal que debe trazar uno hasta llegar al encuentro sereno de conexión consigo mismo.

Acompañar y guiar a quien acude a terapia en busca de apoyo, ya sea porque atraviesa una crisis puntual, porque arrastra síntomas dolorosos e incapacitantes durante años o porque le motiva el hecho de iniciar un proceso de autoconocimiento y crecimiento personal, implica un compromiso fuerte por ambas partes:

-Por mi parte, manteniendo una posición de apertura y aceptación para que la otra persona se sienta apoyada incondicionalmente. Pero además, y de forma paralela, identificando temáticas o patrones de comportamiento recurrentes que se convierten en

objetivo del trabajo terapéutico cuando se hacen conscientes y se abordan con diversas técnicas que han demostrado su eficacia terapéutica. Es precisamente en este momento de selección de la estrategia adecuada en el que considero que la terapia se convierte en arte y el terapeuta se torna alquimista para ayudar a transformar el dolor y la inconsciencia en sabiduría creativa y vitalista.

-Por parte de la otra persona, confiando en el terapeuta y exponiendo en ese espacio común su universo mental. Este acto de confianza y exposición es el que permite definir el problema del paciente y descubrir cuál es su visión y posicionamiento ante el mismo, dándonos cuenta de que es precisamente esa percepción subjetiva la que guía el comportamiento, pensamientos y emociones propios, así como las atribuciones e interpretaciones sobre los demás.

El marco de la terapia brinda un espacio de confianza, confidencialidad y máximo respeto en el que la Palabra es el vehículo primordial para explorar y fomentar la autonomía, el autoconocimiento y el descubrimiento de la verdad que habita en el interior de cada uno.

Teniendo en cuenta todo lo anterior me vuelco en crear con cada paciente un lugar blindado y seguro en el que se sienta escuchado y tratado de una manera diferente a las experimentadas hasta el momento, de manera que en la interacción consensuada del tratamiento pueda evidenciarse la experiencia subjetiva y, por extensión, se pueda reflexionar sobre ella y reducir los automatismos mentales y emocionales.

 

Son muchos y diferentes los casos que solicitan ayuda profesional puesto que todos necesitamos a veces del otro para conseguir nuestros objetivos y salir de las circunstancias más adversas. En mis años de profesión lo que siempre encuentro es un profundo deseo y una necesidad de transformación y autorregulación por parte de las personas que inician una terapia y dado que es difícil encontrar algo bueno cuando uno sufre o sencillamente no consigue producir un cambio deseado, es la capacidad para entendernos, para aceptarnos, para reconciliarnos, para querernos y seguir adelante, lo verdaderamente transformador y el auténtico aprendizaje.

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